La Janda

La LAGUNA DE LA Janda


La Janda, que por extensión dio nombre a toda una comarca gaditana, fue hasta su desecación con fines agrícolas en los años 60 del pasado siglo el humedal interior de mayor extensión que existió en la Península Ibérica y el complejo palustre más meridional de Europa. Formado por un mosaico de lagunas de aguas dulces estacionales de escasa profundidad y con una extensa cobertura de vegetación, constituyó un espacio de excepcional relevancia ecológica debido su estratégica situación en el extremo sur de Europa, muy próxima al continente africano, que lo convertían en un área de paso y descanso obligado para cientos de miles de aves que anualmente migran a través del Estrecho de Gibraltar.



Esta zona palustre localizada en la depresión tectónica de La Janda, en el triángulo comprendido entre las localidades de Benalup-Casas Viejas, Tahivilla, Vejer de la Frontera y la pedanía tarifeña de Tahivilla, ocupaba una superficie total superior a las 7.000 hectáreas y estaba integrada por las lagunas de Rehuelga, Espartinas, Tapatanilla y Jandilla, destacando en la parte central la de la Janda que llegaba a alcanzar una longitud de 12 km en dirección oeste este, una anchura de 4 km y una superficie total de más de 4.000 hectáreas. 



Los ríos Barbate, Celemín y Almodóvar, y arroyos como el de la Culebra, Trimpacho, Juan de Sevilla o el Águila, alimentaban el humedal formando parte intrínseca de la red de drenaje de la cuenca del Barbate. Durante los meses de máxima precipitación se producían las inundaciones de todas las lagunas y entre finales de primavera y comienzos del verano las láminas de agua comenzaban a mermar hasta quedar reducidas a terrenos cenagosos con presencia de aguas libres solo en la parte central de la Janda conocida con el topónimo del Charco de los Ánsares.


De la importancia que para las aves tenía este humedal han quedado recogidos numerosos testimonios a lo largo de la historia. Los más antiguos son los de las pinturas rupestres halladas en numerosos abrigos y cuevas naturales de las sierras que rodean La Janda, en las que son reconocibles representaciones de grullas, flamencos, avutardas, ánsares, cisnes y avocetas además de multitud de otros animales y figuras humanas. Posteriormente durante los siglos XVIII, XIX y principios del XX numerosos escritores y viajeros como Ponz, Agustín de Orozco, lrby, Verner, o Chapman y Buck plasmaron en sus escritos el interés ornitológico de estas lagunas. 


Pese a los reconocidos valores del humedal la irracional fiebre desecatoria del desarrollismo español también alcanzó a la Janda y tras sucesivos intentos frustrados en la década de los sesenta se consiguió finalmente desecarla para poner en cultivo sus fértiles suelos. Las obras de ingeniería, canales un túnel de desagüe y la construcción de presas en los ríos Celemín Almodóvar y Barbate, alteraron profundamente el primigenio humedal que pese a ello sigue resistiéndose a desaparecer y vuelve recurrentemente a inundarse en años con intensos episodios de precipitación acabando con los cultivos, recuperando por unos días sus antiguos dominios, dejando entrever algo de su vieja gloria y poniendo en evidencia la viabilidad de su regeneración si es que existiese voluntad para ello.


Hoy en día la depresión de La Janda constituye una vasta superficie dedicada fundamentalmente a la agricultura, en la que predominan los cultivos de arroz, maíz, algodón, sorgo, leguminosas y en menor grado pastizales en los que se alimentan ganaderías de razas brava y retinta. Estos campos, rodeados de sierras cubiertas de alcornocales, acebuchales y matorral mediterráneo de gran valor ecológico, están cruzados por una serie de canales de desagüe y viejos cauces naturales en los que se mantiene agua y vegetación lacustre toda o gran parte del año, constituyendo estos escasos retazos lo único que resta del antaño extenso humedal.


Pese a las intensas transformaciones sufridas, y aunque sin duda ha perdido gran parte de sus excepcionales valores -como lo refleja que hayan desaparecido como nidificantes especies tan relevantes como la grulla, la avutarda o el avetoro- la Janda sigue teniendo un excepcional valor para las aves por lo que constituye un humedal de importancia internacional y uno de los destinos de referencia del turismo ornitológico en el sur de España. Así, tan solo a modo de ejemplo, basta decir que anualmente invernan en la zona más de 2.500 grullas, es zona habitual de campeo de grandes águilas como la imperial ibérica o la perdicera, buitres leonados y alimoches, paso migratorio obligado de miles de cigüeñas blancas y negras, rapaces y paseriformes y zona de reproducción de millares de garzas, anátidas y otras aves acuáticas.


Sin duda no menos relevantes que los valores ecológicos de la Janda son sus valores culturales e históricos que constituyen el acervo de las poblaciones que desde el paleolítico se han asentado en sus orillas obteniendo de las lagunas sus recursos y desarrollando formas de vida profundamente ligadas a éstas. Además de las ya referidas pinturas rupestres halladas en los numerosos abrigos y cuevas de las sierras que circundan la Janda, entre las que cabe resaltar el conocido Tajo de las Figuras, se hallan también aquí numerosos monumentos megalíticos como dólmenes, menhires y tumbas antropomorfas, así como yacimientos que dan testimonio de los primeros asentamientos agrícolas ya en el neolítico. En el contexto histórico también es destacable que según diversos autores a orillas del humedal tuvo lugar en el año 711 la trascendental Batalla de la Janda entre las tropas del Califato Omeya lideradas por Tariq y las visigodas al mando del rey Don Rodrigo que dio paso a la fulgurante expansión de la cultura musulmana por la península ibérica que se mantendría durante siete siglos.



Estos excepcionales valores ecológicos, culturales e históricos de la Janda unidos a los paisajísticos de su costa y sierras deben ser la base en que sustentar una economía comarcal con criterios de sostenibilidad alejados del actual modelo productivo muy focalizado en el turismo de sol y playa y en cultivos intensivos cada vez menos rentables ecológica y socialmente que solo se mantienen gracias a las subvenciones recibidas de la Política Agraria Común de la Unión Europea.

 

A la vista de tan sobresalientes valores la recuperación ecológica de las lagunas de la Janda y de su patrimonio histórico y cultural debería ser un objetivo prioritario para la sociedad y las administraciones públicas. La posibilidad de acometer dicha recuperación se ve facilitada por el hecho de que los terrenos del antiguo humedal son de titularidad pública toda vez que, previamente a su desecación, fueron deslindados en 1946 como integrantes del dominio público hidráulico. Dicho deslinde, practicado al objeto de poder otorgar las tierras en concesión administrativa a una empresa privada que a cambio de explotarlos agrícolamente durante 99 años debería asumir los costes de la desecación, fue ratificado por Sentencia del tribunal Supremo y sigue siendo plenamente válido. Posteriormente, mediante un Decreto de 1964, el Estado declaró rescatada la concesión otorgada sobre estos terrenos públicos, pero en la práctica nunca llegó a hacer efectiva su recuperación posesoria permitiendo desde entonces y hasta hoy en día el uso privativo de los mismos.


El inicio de la recuperación del humedal de la Janda pasa por tanto ineludiblemente porque el Gobierno de España y la Junta de Andalucía, ambas con competencias en la gestión y administración del dominio público hidráulico, ejerzan éstas y recuperen la posesión de las más de 6.000 hectáreas públicas que de forma irregular permanecen ocupadas. Para ello, con el impulso inicial de la Asociación Amigos de la Laguna de la Janda, diversas entidades y colectivos sociales de ámbito local y unieron en 2018 sus esfuerzos en la “Campaña por la Recuperación de las Lagunas de la Janda”. Como fruto de las acciones reivindicativas, divulgativas, administrativas y legales desarrolladas en esta campaña se ha conseguido ya que tanto la Diputación Provincial de Cádiz como tres de los cuatro ayuntamientos por los que se extendía el humedal (Barbate, Medina-Sidonia y Tarifa) hayan aprobado, sin ni un solo voto en contra, mociones plenarias instando al Estado y a la Junta de Andalucía a recuperar, restaurar y proteger estos terrenos públicos, habiéndose iniciado ya por parte de ambas administraciones expedientes de investigación y recuperación de oficio del dominio público que, ojalá más pronto que tarde, deberán resolverse y permitirá recuperar para todos este emblema de nuestro patrimonio natural que pese al maltrato y olvido del que ha sido objeto se resiste estoicamente a desaparecer.

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